
Era tan guapo, tan atractivo y sexy…
Tenía que hacer un verdadero esfuerzo sobrehumano para no tirársele encima durante los cuarenta y cinco minutos que duraba su clase tres veces por semana.
Es que una señorita decente no debe dejar al descubierto sus deseos carnales con el profesor.
Para eso están los compañeros de clase, el señor del bar, el chico de las colas, el vecino de enfrente…
Muy bueno y directo al punto. Asi deberian ser los cuentos
ResponderEliminarjajajaja bien p... la Carla .Muy bueno
ResponderEliminarY luego que? te tiraste al profe?
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